LA UNIVERSIDAD ES LIBERTAD, AUTONOMÍA Y DEMOCRACIA

POR CRISTOBAL ARTETA- OBSERVATORIO POLITICO UNIVERSITARIO

La reflexión ética no tiene sentido si ella se hace al margen de la interpelación del mundo de la vida (Lebenswelt), término creado por Edmund Husserl como parte de su fenomenología y se refiere a “todos los actos culturales, sociales e individuales que nuestra vida no puede sobrepasar”. Interpelar ese mundo desde la ética no es nada fácil por la existencia de tantos modelos éticos y las desviaciones moralistas e hipócritas que algunos de ellos han sufrido, en su intelección, a lo largo de la historia.

Siempre he mantenido el argumento, en mis clases y en mis escritos, que hay que procurar hacer trizas el carácter escolástico de la filosofía y llevarla a la calle para dialogar con ese mundo husserliano, permitiendo que la reflexión ética desbroce caminos y señale sentidos a la vida misma.

Consecuente con ese principio ético he propuesto a mis estudiantes de la Universidad del Atlántico, ad portas de la designación que  se avecina del nuevo rector para un período de cuatro (4) años, convocarnos en las afueras de la universidad para desarrollar en forma presencial y conjuntas las clases  de Ética y Filosofía de América con el tema: Una mirada ética a la virtualidad y a la designación del nuevo rector. Pero uno de ellos me previno, ojo profe, puede ser utilizado ese espacio por anarquistas y violentos que esperan cualquier oportunidad no para exponer argumentos de la razón sino los argumentos de la fuerza. Lo tendré en cuenta le dije, pero ello no nos impide, más bien, nos previene para tomar todas las medidas de precaución y bioseguridad necesarias. La propuesta está en curso. Son más de cien (100) estudiantes. Le pediremos permiso al rector y amigo Jairo Contreras, quien de seguro nos lo concederá. Su talante y formación liberal y democrática así lo sugiere.

No importa cuan imposible parezca, pues en términos kantianos “lo esencialmente bueno de la acción consiste en la actitud interior, independiente del éxito o resultado que se logre».

Es imposible, le decía recientemente a uno de los candidatos con mayor opción para ganar la consulta y ser designado rector de la universidad, imaginar un escenario universitario libre de contradicciones, con ausencia de discursos radicales y agresivos, pasquines, escritos maledicientes, donde, por el contrario, sea la academia la única razón de ser de la universidad. Por la sencilla razón de que la universidad es el reflejo de la sociedad donde ella está inserta, la cual es un complejo contradictorio de tendencias buenas, malas, virtuosas, viciosas, de valores y disvalores, donde la mayoría de las veces, por no decir todas, lo que prima es el valente negativo. Una sociedad donde el hombre, al decir de Rousseau, ha perdido la bondad original de su estado natural para convertirse en “un ser vil, egoísta, depravado, lleno de odio…un ser degenerado que como no puede mostrar públicamente su degeneración ha de enmascarar, de ocultar, su vileza, su egoísmo y sus pasiones, adoptando un comportamiento social mediante la cortesía, la retórica, la técnica de las apariencias, todo aquello que le es útil para enmascarar temores, odios, traiciones, en suma, para esconder la maldad”.

Un máscara que, en palabras de Rousseau, “evita reconocer la degeneración e imposibilita la regeneración del ser humano…, proceso de degeneración que aparece a raíz de dos factores que no tienen presencia en un idealizado estado de naturaleza: la riqueza y el poder”

No hay que olvidar que al fin y al cabo, así es la vida: difícil, complicada y entre más esfuerzos hagamos para ganar la partida a la vileza, al egoísmo, al engaño, a la perversidad, a la depravación y a la  mentira del ser humano, esa posibilidad parece cada vez más huidiza, y, aunque intentemos evangelizar el demonio que llevamos dentro, en ángel no lo transformaremos.

Pensar que la maledicencia, algún día desaparecerá del seno universitario parece tarea imposible. Como nos dice Ingenieros en El hombre mediocre…”los maldicientes florecen doquiera: en los cenáculos, en los clubs, en las academias, en las familias, en las profesiones, acosando a todos los que perfilan alguna originalidad. Hablan a media voz, con recato, constantes en su afán de taladrar la dicha ajena, sombrando a puñados la semilla de todas las yerbas venenosas…”.

Tal vez, si logramos con  un nuevo rector el desarrollo de un proyecto académico creíble que convoque a la comunidad hacia el fortalecimiento de las funciones básicas que les son propias a la universidad, de seguro que reduciremos su espacio y aislaremos a misileros, pasquineros y a los amantes de la maledicencia. Hoy, una de las grandes debilidades de la institución es que ese proyecto, así concebido, ha brillado por su ausencia, porque ha tenido más espacios y adeptos el interés por la mala política que por la academia. Por eso, vamos a procurar, esta vez, que triunfe la razón ética sobre la fuerza de la politiquería y el populismo barato de derecha e izquierda.

Justo por esa  razón, es que cobra extraordinaria importancia el poder de la ética, el cual puede lograr lo que no puede el poder del dinero, de la reprensión militar, del autoritarismo civil y la imposición dogmática religiosa. Poder de la ética para educar y formar, porque el castigo domestica pero no mejora al ser humano, nos dice Nietzsche en Genealogía de la moral. La ética es imprescindible como palanca fundamental para educar y formar buenos ciudadanos para la civilidad, para la administración pública, para la vida política, para la empresa privada, para la vida deportiva, para la vida familiar y social.

Si un candidato llega con la pretensión de castigar, reprimir, abrir disciplinarios, ponernos a pensar como otros quieren, caminar como otros quieren, actuar como otro quieren , llega equivocado y se estrellará contra una muralla. La universidad es libertad, autonomía y democracia. No queremos seguir siendo más un remedo de universidad.

Necesitamos hombres y mujeres con vocación y sensibilidad universitarias para que la  universidad  no continúe en suspenso.

Barranquilla, agosto 26 de 2021

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