LA HISTORIA DE UN HOMBRE LLAMADO PEDRO NAVAJA O EL CLIMAX DE LA CANCION CRONICA

 

      Por Jairo Eduardo Soto Molina

 

Profesor de la Universidad del Atlántico,
Magíster en Administración Educativa de la Universidad de Antioquia,
candidato a Doctor de New Port University, Florida, USA,
salsero impenitente.

Mi música no es política, una salsa protesta. Ese es el modo como ha tratado de llamarla alguna gente que no sabe cómo llamarla. Mi música es una canción urbana. Soy consciente de que lo que hago quizá no tenga impacto de la moda, es un producto a largo plazo. La canción, además de entretener, educa e informa. Es un trabajo que requiere dedicación…. Me interesa experimentar».

Rubén Blades

      Es muy significativo que Rubén Blades (o bleids como se pronuncia en inglés) haya escogido el apellido del delincuente de su narración criminal cantada, ya que blades significa espada u hoja de afeitar y unido al termino switch le da el significado de navaja automática. A decir de Cortázar (1997) [1], el signo de un gran cuento lo da eso que se llama autarquía: «el hecho de que el relato se ha desprendido del autor como una pompa de jabón de la pipa de yeso». Rubén Blades convirtió una versión del famoso Mack the Knife de La ópera de tres cuartos, pero sin seguir la música de Kart Weill sino la letra de Bertolt Brecht, según Cabrera Infante (1996) [2], quien también considera a Blades como el Woody Guthrie de la salsa, pero lo asemeja más al popular Bob Dylan (Robert Zimmerman, su verdadero nombre), por el uso de los elementos folclóricos que introduce en sus interpretaciones. Pero el mismo autor señala más adelante: ««Pedro Navaja» es de veras un logro considerable. No es una parodia de Brecht ni una copia servil de La opera de tres cuartos. Es un verdadero homenaje al poeta alemán que prefería que su música fuera popular y su poesía subversiva». Los que conocen a Cabrera Infante saben que solo le regala un elogio a alguien en circunstancias extremas y absolutamente merecedoras.

 

      Sin embargo, paradójicamente, al productor salsero Jerry Massucci, no le gustaba para nada la canción porque, según él, era una de falta de respeto al público bailador, que tenía como razón para comprar discos, el evadirse de la realidad y no de evocarla. Además, «Pedro Navaja» era una canción demasiado larga (7:21 minutos), hasta el punto de ser colocada al final de la segunda cara del larga duración «Siembra». No obstante, rápidamente «Pedro Navaja» se convirtió en el mayor éxito de la historia de la salsa.

 

      Frente a esto, Blades, tan punzante como una hoja de afeitar o una navaja, se la desquita cuando canta y graba en vivo con Seis del Solar en el Madison Square Garden, de New York, y rememora que en la compañía Fania, le vaticinaron que esa canción no tendría éxito, y jocosamente hace un parangón con El Quijote, de Cervantes, aclarando, guardadas las proporciones de los dos hechos, que «Si esas gentes hubiesen sido los editores de Don Quijote, hubiese salido un pasquín». Según Blades, le hubiesen quitado a Sancho Panza, por gordo, o lo habrían cambiado por un galán como Tony Curtis, solo habrían dejado la parte de Dulcinea, pero sobre todo, le habrían quitado buenas hojas porque la gente no iba a leer algo tan largo.

 

      La técnica narrativa de Blades se acoge a la situación narrativa del cuento contemporáneo que, según Cortázar, en sí debe nacer y darse dentro de la esfera, trabajando del interior hacia el exterior, «sin que los límites del relato se vean trazados como quien modela una esfera de arcilla». Contar la historia, como si el narrador, sometido por la forma que asume, se moviera implícitamente en ella y la llevara a su extrema tensión, lo que hace precisamente la perfección de la forma esférica. Al respecto, Edmond Cross (1985) [3] deja ver claramente la motivación principal de la sociocrítica como disciplina literaria, cuando citando a Duchet, plantea que es necesaria «Una reorientación de la investigación socio-histórica desde adentro hacia afuera, es decir, hacia la organización interna de los textos, sus sistemas, sus funciones, sus redes de sentido, sus tensiones, el encuentro en ellos de discursos y saberes heterogéneos».

 

      Según Cross, el tejido textual transcribe, por lo tanto, el conjunto de una formación discursiva, y no puede ser reducido a una visión de mundo o a una estructura explicativa monosémica, como en Goldmann. En el marco de la concepción de Cross, se inscribe la crónica cantada de Pedro Navaja, la cual procura mostrar cómo se articula la práctica discursiva con la práctica social, respondiendo a la afirmación de que no hay discurso sin práctica social [4].

 

      Rubén Blades narra en primera persona una historia que es común en cualquier ciudad del mundo. El narrar en primera persona, sostiene también Cortazar, constituye la mejor solución del problema, ya que la narración y la acción se funden en sí mismas. Incluso, cuando se habla de terceros, como en el caso del borracho, ello constituye parte de la acción, «está en la burbuja y no en la pipa». Los personajes son conocidos de la cotidianeidad, un ladrón de esquina y una prostituta anónima quienes entran en escena, así:

 

Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar
con el tumbao que tienen los guapos al caminar…

Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer
va recorriendo la acera entera por quinta vez
y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar
que el día está flojo y no hay clientes pa’ trabajar..

      .

 

      Siguiendo la técnica narrativa de Blades, el primer enunciado de la crónica está escrita con miras al desenlace. De acuerdo con esto, Quiroga, en «Del cuento y sus alrededores», habla del comienzo ex abrupto. En «Pedro Navaja», la historia se cuenta como si ya el destinatario conociera parte de los hechos que se están contando. Esta situación le proporciona al cuento corto cantado, un insólito vigor narrativo.

 

      Por el escenario pasa un coche anónimo muy despacito, sin ningún papel protagónico aparente pero que encierra un indicio de complicidad, como el primo de Juanito Alimaña en la canción homónima. Este agente será quien saca al hampón de sus trances con la Ley:

 

Un carro pasa muy despacito por la avenida,
no tiene placas pero to’s saben que es policía…

 

      Viene la escena trunca, el incidente, la tragedia o la intensidad, como llama Cortázar. El oyente se ve llevado a una sumersión más intensa y avasalladora:

 

Mientras camina del viejo abrigo saca un revólver, esa mujer
y va a guardarlo en su cartera pa´ que no estorbe,
un treinta y ocho «Smith & Wesson» del especial
que lleva encima pa’ que la libre de todo mal
Y Pedro Navaja puñal en mano le fue pa’ encima,
el diente de oro iba alumbrando to’a la avenida…

 

      Así, sucede la tragedia pero solo la mujer habla:

 

Yo que pensaba hoy no es mi día, estoy salá,
pero Pedro Navaja, tú estás peor, tú estás en na…

 

      Eso de «estar en na» es degradante para alguien en cualquier barrio latino y se contrapone a «Hay que estar en algo», como Charlie Palmieri tituló su disco en 1967. O también «Ponte duro», del gran Chuito Velez, para indicar que hay que ser firme.

 

      Así pues, Pedro Navaja, que se creía un duro, además de muerto, resultó estar en ná. Ya en el epílogo o final, entra un borracho que se queda con la plata y las armas y se mofa del temible Pedro Navaja, quien en vez de pescar una sardina, enganchó un tiburón:

 

Y créanme, gente, que aunque hubo ruido nadie salió,
no hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró,
solo un borracho con los dos cuerpos se tropezó,
Cogió el revólver, el puñal, los pesos y se marchó
y tropezando se fue cantando desafina’o
el coro que aquí les traje y da el mensaje de mi canción:
La vida te da sorpresas,
sorpresas te da la vida, ay, Dios

 

      Vemos que el desenlace está incluido en el coágulo inicial o punto de partida, es decir, se ve venir. «Pedro Navaja» es una creación artística dentro de la salsa, hasta tal punto que el gran Nobel colombiano Gabriel García Márquez afirmó que le hubiese gustado escribir esa canción. Consecuentemente, por supuesto, el elogio es recíproco cuando Rubén rinde un homenaje a uno de los mejores cuentos del novelista nacido en Aracataca (norte de Colombia), con la canción «Ojos de perro azul».

 

      Se puede concluir que en «Pedro Navaja», Blades utiliza con efectividad la estructura que exige el cuento moderno y las técnicas narrativas que le son propias, enriqueciendo lo que a falta de otra denominación podríamos llamar la canción crónica, sub-género musical en el que se pueden incluir perfectamente «El negro bembón», «Juanito Alimaña», «El gran varón», «Adán García», «Plantación adentro» y «MaríaTeresa y Danilo», esta últma la historia de los dos enamorados que aparentemente resultan hermanos.»Pedro Navaja» confirma la condición de intelectual de Rubén Blades, quien en su creación hace oportuna referencia a Franz Kafka cuando presenta metafóricamente la idea de degradación del borracho al estilo de Gregorio Samsa:

 

Y como en una novela de Kafka,
el borracho dobló por el callejón

 

      Lo hasta aquí afirmado se ve respaldado por la tesis de Roland Barthes [5] cuando indica que el relato es un texto que narra o cuenta algo y que tiene unos elementos (funciones, indicios y acciones) idénticos a los textos propiamente literarios.

 

      Al tener en cuenta las funciones, Barthes señala que estas pueden ser cardinales (los llamados núcleos). Para que un núcleo aparezca, «basta que la acción abra (o mantenga o cierre) una alternativa consecuente para la continuación de la historia, en una palabra, que inaugure o concluya una incertidumbre», como se aprecia en el cuento o crónica cantada de Pedro Navaja.

 

      Las funciones llamadas catálisis, por su naturaleza complementaria, son rellenos, notaciones subsidiarias que se aglomeran alrededor de un núcleo o de otro, sin modificar su naturaleza alternativa. Estas funciones catalíticas dan riqueza al relato, lo hacen más cortante y punzante, generando estados de expectativa en el escucha, como lo podemos apreciar en los elementos que describen la pinta de Pedro Navaja: «el diente de oro iba alumbrando to’a la avenida, las manos siempre en los bolsillos de su gabán, usa un sombrero de ala ancha de medio la’o, y zapatillas por si hay problemas salir vola’o, un revólver «Smith & Wesson» del especial).

 

      Finalmente, se puede decir que la salsa, como la vida, también nos da sorpresas, ¡ay, Dios!

 

Pedro Navaja

Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar,
con el tumbao que tienen los guapos al caminar,
las manos siempre dentro ‘el bolsillo de su gabán
pa’ que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal.
Usa un sombrero de ala ancha de medio la’o
y zapatillas por si hay problema salir vola’o,
lentes oscuros pa’ que no sepan qué está mirando
y un diente de oro que cuando ríe se ve brillando.
Como a tres cuadras de aquella esquina una mujer
va recorriendo la acera entera por quinta vez
y en un zaguán entra y se da un trago para olvidar
que el día está flojo y que no hay clientes pa’ trabajar.
Un carro pasa muy despacito por la avenida,
no tiene marcas, pero to’ saben que es policía.
Pedro Navaja, las manos siempre dentro ‘el gabán,
mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar.
Mira pa’ un la’o, mira pa’l otro y no ve a nadie,
y a la carrera, pero sin ruido, cruza la calle.
Y, mientras tanto, en la otra acera va esa mujer
refunfuñando pues no hizo pesos con qué comer.
Mientras camina del viejo abrigo saca un revólver
y va a guardarlo en su cartera pa’ que no estorbe,
un treinta y ocho «Smith & Wesson» del especial
que carga encima pa’ que la libre de todo mal.
Y Pedro Navaja, puñal en mano, le fue pa’ encima,
el diente de oro iba alumbrando to’a la avenida,
mientras reía el puñal le hundía sin compasión,
cuando de pronto sonó un disparo como un cañón…
…cayó en la acera mientras veía a esa mujer
que, revólver en mano y de muerte herida, a él le decía:
«Yo que pensaba: hoy no es mi día, estoy salá’,
pero, Pedro Navaja, tú estás peor: no estás en na'».
Y créanme, gente, que aunque hubo ruido nadie salió.
No hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró.
Sólo un borracho con los dos cuerpos se tropezó,
cogió el revolver, el puñal, los pesos y se marchó.
Y tropezando se fue cantando desafina’o,
el coro que aquí les traje y da el mensaje de mi canción:
«La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida», ¡ay, Dios!…
…matón de esquina, el que a hierro mata a hierro termina…
…Maleante pescador, mal anzuelo que tiraste,
en vez de una sardina un tiburón enganchaste…»
…Cinco millones de historias tiene la ciudad de Nueva York…
Como decía mi abuelita: «El que ríe último, ríe mejor»…
…Cuando lo manda el destino, no lo cambia ni el más bravo,
si naciste pa’ martillo, del cielo te caen los clavos….
…Barrio de guapos, cuida’o en la acera, cuida’o, camarada,
que el que no corre vuela…
Como en una novela de Kafka
el borracho dobló por el callejón…

 

      NOTAS:

 

      1. Pacheco, Carlos; Barrera Linares, Luis (Copiladores). Del cuento y sus alrededores. Caracas, Monte Ávila Editores, 1997.

 

      2. Cabrera Infante, Guillermo. Mi Música Extremada. Madrid, Espasa Calpe, 1996.

 

      3. Cross, Edmond. Metas y perspectivas de la sociocrítica. Revista Sociocrítica No 1, julio de 1985.

 

      4. Halliday, M.A.K. El Lenguaje como semiótica social: La interpretación social del lenguaje y del significado. Santa fe de Bogotá, FCE, 1998.

 

      5. Barthes, Roland, y otros. Introducción al análisis estructural de los relatos. Buenos aires, Tiempo Contempóraneo, 1970.

 

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LA CASA DE ASTERIÓN ISSN: 0124 – 9282

Un comentario sobre “LA HISTORIA DE UN HOMBRE LLAMADO PEDRO NAVAJA O EL CLIMAX DE LA CANCION CRONICA

  1. Interesante análisis que se puede complementar con una descripción del arreglo musical en el que los instrumentos, a medida que se va modulando, van entrando hasta llegar a la orquesta completa, lo cual ayuda a que no se pierda la atención de la letra de la canción. Igualmente vale la pena hablar de los efectos sonoros que dan cuenta de la gran ciudad y que resaltan el relato urbano y, por supuesto, vale la pena mencionar la forma sarcástica como se toma el coro de West side story «I want to live in America», para describir el ambiente duro, violento y delincuencial que viven los latinos en Nueva York…

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