Un buen Consejo

Campus de la Universidad del Atlántico.

Por Rainiero Patiño M.

La Universidad del Atlántico no puede esperar más, necesita con urgencia un buen rector en propiedad. Nunca antes el Consejo Superior tuvo tanta responsabilidad, ojalá esta vez sus miembros estén a la altura de la decisión.

Veinte meses lleva el último limbo administrativo de la Universidad del Atlántico. Y ahora, más que nunca, los miembros del Consejo Superior de la Institución tienen la oportunidad de demostrar la capacidad de liderazgo por la que fueron escogidos y borrar esa nube de ‘politiqueros’ que se ha posado sobre algunos de ellos.

Hace dos semanas el Consejo de Estado levantó la medida cautelar que pesaba sobre el proceso de elección del nuevo rector, que había suspendido el alto tribunal al aceptar una demanda interpuesta por el profesor Juan Barrios y la estudiante Loly De la Asunción.

Negadas las peticiones de los demandantes, el proceso de elección del nuevo rector entre los candidatos Rafael Castillo, Carlos Prasca y Salim Mattar debería ser la prioridad del Consejo Superior.

La universidad necesita un líder en propiedad, alguien con las facultades legales y administrativas para emprender un plan de trabajo a mediano plazo que permita recuperar el tiempo perdido y la encamine -¡por fin!- en el desarrollo y el plan de calidad que necesita (Por ejemplo, solo 8 de 36 programas están acreditados).

Múltiples situaciones jurídicas y legales se han registrado en los dos últimos años. Desde la petición de arresto de la rectora encargada, pasando por disturbios de encapuchados y hallazgos administrativos de la Contraloría, hasta amenazas contra estudiantes. Y la comunidad educativa clama normalidad, pero agentes políticos externos, como ha sido costumbre, parece, le pueden volver a poner palos a las ruedas del proceso.

El panorama social al interior no es muy alentador y una dilatación del proceso por parte del Superior podría ser una chispa peligrosa en medio de tanta leña seca.

La agenda del Superior también parece andar sin rumbo, aunque se dice que sería citado para el 22 ó 23 de este mes, hasta ahora no se conocen fechas para la elección y mucho menos un consenso alrededor de un candidato. Más grave sería que algunos de sus miembros, en representación de grupos políticos o intereses personales, piensen desconocer el concurso vigente y tumbarlo para poder abrir el abanico de candidatos y así incluir algunos otros nombres, como se rumora ‘extramuros’. Hacer eso sin ningún argumento legal, solo por animadversión contra uno o más de los candidatos, sería más irresponsable.

Y un acto desvergonzado sería que se presten para hacer un ‘simulacro’ de votación en el que ninguno de los tres actuales candidatos llegue a cinco votos, lo mínimo para ser elegido, para luego decir que los postulantes no llenan las expectativas del Superior. De ese modo se pensaría, incluso, en la habilitación de candidatos que no pasaron el proceso de selección inicial. Ahí sí que se armaría un ‘currucuchú cuchú cuchú’.

Sin una elección rápida, el limbo actual empezaría un nuevo ciclo, volveríamos a la misma situación del 18 de agosto de 2015, cuando el Consejo Superior designó a Rafaela Vos Obesso. O al 8 de septiembre de 2014, cuando hizo lo propio con el hoy aspirante Rafael Castillo.

Hace apenas unos días, el portal de noticias Zonacero.info publicó un documento en el que un grupo de docentes denominado El Frente por la defensa de la Academia en la Universidad del Atlántico pide al Superior “ampliar el número de aspirantes a la rectoría con la aceptación de otros candidatos, bajo el criterio de que el Honorable Consejo de Estado no suprimió esta posibilidad ni planteó que la escogencia del rector en propiedad debía hacerse obligatoriamente de los tres candidatos que quedaron del proceso anterior”. Lo que confirma que la elección tendrá nuevo debate legal. Bienvenida la discusión, pero ojalá sea breve y constructiva, no como las recientes.

Los 218 mil millones de pesos del presupuesto actual son un buen botín para cualquier grupo político, por eso no se puede seguir improvisando en su uso. Ojalá los miembros del Consejo Superior escuchen las voces urgidas de casi 22 mil estudiantes y de la región en general, y tengan la capacidad y la voluntad de sacar a la universidad de este limbo penoso. Ojalá eviten que el gobierno nacional tenga que imponer un rector a dedo, como ocurrió en el 2006 con Ana Sofía Meza, porque ahí tendríamos que ver como otro administra los recursos que nos pertenecen y no quedaría más que gritar “Coroncoro se murió tu mae…”.

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