POR GASPAR HERNANDEZ CAAMAÑO
AMA TU PROPIO NIÑO
Los adultos se creen los dueños del mundo. Y no es mentira. Ellos ordenan las guerras, no toleran un Acuerdo de Paz, han corrompido las buenas costumbres y solo saben competir por el poder de hacer reformas tributarias cada año. Pero no son los dueños de la vida. De la vida buena. Esa si es cuestión de niños. Del niño que cada adulto niega con los años.
Cómo es esa vida, se preguntaran. Y les respondo con una frase aprendida del libro EL NIÑO DESCALZO (Alfaguara), del periodista español Juan Cruz Ruiz, el editor de El País que encontró a Eel Ma. en Puerto Rico. Ahí leí: «LA VIDA ES RISA». Y la risa, a carcajada, como manantial, solo es obra de los niños. La sonrisa es solo el simulacro de los adultos para presumir alegría.
Cómo puede decir que está vivo aquél que no ríe a borbotones, como una cascada de agua temblada? Sé que la vida humana tiene otras facetas. Pero la vida es alegría. Alegría de vivir. Y esa solo se manifiesta en la risa. La risa del carnaval de la vida. Solo lo vive quien lo goza. Y en La Arenosa.
Ni la escuela ni la familia nos enseñan a ser niños. Nos reprimen al niño que guardamos. Y por eso esas instituciones no ilustran a aprender a vivir. No enseñan la alegría de vivir. Recuerden a Rousseau: nacemos buenos, la sociedad corrompe. Por eso mi sugerencia de hoy: AMA TU PROPIO NIÑO, no importa si tienes 4 o 63 octubres. La vida es risa. Ríe siempre como un niño, así lo dice Juan Cruz. Y yo lo aprendí viendo a Jesús Mario, mi nieto feliz de reír.
