AMAR ES EDUCAR.

POR GASPAR HERNANDEZ CAAMAÑO

Soy egresado de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Atlántico,  institución estatal de Educación Superior, donde labore en cargos directivos durante diez años de mi vida laboral activa, como servidor público. Estudio y Trabajo me unen, moral y sentimentalmente, a la historia reciente y pasada de nuestra Alma Mater, hoy paralizada por una justa protesta estudiantil.

La Universidad, en cuerpo y en espíritu, fue violada en su autonomía cuando, por escrito a puño y letra,  sus «máximas autoridades» autorizaron el ingreso de escuadrones motorizados y armados de la Policía Nacional. Hecho sin antecedente contemporáneo en la historia educativa del país, donde estudiantes han sido sacrificados por luchas reinvidicativas de caros  derechos  sociales, como la libertad y la educación universal.

Fue éste acto de violencia oficial el que los estudiantes organizados están rechazando en el actual paro, pidiendo ser escuchados por «agentes» diferentes a quienes son autores confesos de semejante violación a la población e institución universitaria, a la que tratan como in-fantes (sin voz, en la semántica francesa), es decir como seres sin auto-nomia (propia ley).

Tal penosa, vergonzosa y bochornosa situación para una educación en un Estado liberal (sapere aude), me obliga a expresar que a la Universidad del Atlántico hay que quererla bien. O sea amarla como fuente del saber libre, incluyente, decente y sano. No como fortín de ningún interés distinto al saber. Lo universitario es incompatible, desde el Siglo XII, con lo policivo. Amemos solidariamente a nuestra y única Alma Mater. Correo: gasparemilio0810@gmail.com

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