AMAR A LAS MUJERES

Por Gaspar Hernandez Caamaño

Tengo claro, de un tiempo para acá, que El Amor es un invento de Las Madres. Y, obvio, que detrás de cada madre anida una mujer. De ahí es lógico pensar que la humanidad es una creación femenina. Y que la gran vocación de toda mujer es ser madre. Natural o adoptiva. Pero madre.

A algunas mujeres, afortunadamente muy pocas, la naturaleza, femenina ella también, les priva de la posibilidad de fecundar en su propio vientre un hijo. Pero no por ello pierden el sentido de la maternidad. Este se desarrolla es una mayor sensibilidad para con los hijos de las otras mujeres de su familia o de su vecindario. Son una especie de «Sor Teresa de Calcuta». Entonces ninguna mujer pierde la vocación de ser madre ya sea en casa propia o arrendada.

Ese sentido de la maternidad. De lo femenino es La Vida. LA VIDA HUMANA. Esa vida, la de los animales humanos, es un milagro de las mujeres. Sin su milagroso aporte no habría vida. Ni hijos. Ni familia. Tampoco agricultura. Son ellas, la tierra y su cuidado. Así las cosas, simplemente, las mujeres son la vida buena. La que no provoca muertes ni conflictos.

Yo amo a las mujeres. Desde mi abuela hasta mi hija. Mis amigas y mis vecinas. Las amo como amo a mis libros. Me dan seguridad y compañía. Me dan calor y sabiduría. Nunca me aburro ante un mujer. Bella siempre. Ni ante un libros. Son seres y objetos preciosos en mis manos de hijo de un albañil. Ladrillo a ladrillo. Hoja por hoja. Las mujeres y los libros son amores felices en mi vida de nieto, hijo, hermano, novio, esposo, padre, amigo, amante y ciudadano de un mundo descubierto por mujeres: la Pinta, La Niña y la Santa María.

Por ello este Marzo, cuando celebramos El Día Internacional de la Mujer, es oportuno pedirles a todos los machos alfa que amemos a las mujeres. A las mujeres calientes. A todas. Y que frente al horror de las guerras, de las violencias eternas, intentemos MATERNALUZAR AL MUNDO.

Un mundo femenino seria más feliz. Solo adivinando el olor a madre que vive oculto en casa mujer podríamos volver feliz a una mujer. Ellas son el milagro de Dios. De la naturaleza. Hagámosla felices: Démosle UN ABRAZO.

Y  Dígale al oído izquierdo;
» I NEED YOU

Te quiero.
Te necesito a ti y tu amor,
Tu cuerpo
Y
Tu sonrisa,
Tu mirada
Y
Tu paz.
¿Para ser feliz?
SÍ.,
Cuando es posible.
Y
Para soportar no serlo,
Cuando falta la felicidad
DE NO TENER UNA MUJER A NUESTRO COSTADO.
(con el apoyo de
André Comte-Sponville).

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